viernes, 10 de diciembre de 2010

Luna I

Sospecho que el hijo de Nadia es de Ortega, un mes antes de que me confesara que llevaba un mes de embarazada soñé verlos juntos subiendo al segundo piso de su casa mientras yo dormía en su sala. Al despertar, Ortega estaba allí, en el otro sillón, y Nadia en su habitación, sin embargo la puerta que da a las escaleras del segundo piso estaba entreabierta haciendo entrar la luz del sol que finalmente me despertó.

Fue un sueño o fue realidad, la traición del vino me hace dudar. Despierto con dolor de cabeza y con los ojos caídos, me pongo un rato a mirar el suelo, me pongo las zapatillas con dificultad y voy al baño a lavarme la cara. Al mirarme al espejo me entra una duda futura, no es la duda del sueño sino la de no saber si preguntarle a Ortega o no, si alguna vez la vió a Nadia como algo más que una amiga. Hace ya mucho tiempo estoy pensando en preguntárselo.

Estoy seguro de que se congelaría, que balbucearía poniéndose nervioso, no sonreiría. Me miraría fijo y me diría que no.

Salí de lavarme y Nadia abrió su puerta. Delgada, pequeña, blanca como la luna y de un cabello negro lacio me mira sonriendo soñolienta, sin estar triste ni feliz, simplemente con la resaca de la noche anterior, camina despacio. Ay Lito, estoy cagada-me dice- y me saca la primera sonrisa de la mañana. Por un momento olvido mis dudas.

Ortega está muerto-le digo.

Ese maricón de Ortega debe estar más cagado que yo.

La segunda sonrisa es la primera risa verdadera, es más ruidosa y me hace más feliz, sin embargo mi duda regresa, pienso en su frase y en si tendrá algo que ver con mi sueño. Pienso de prisa mientras entra a la sala, quiero ver su reacción al ver la puerta entreabierta, durante la madrugada la cerramos por el frío que hacía.

Solo la cierra, y se acurruca en el sillón más pequeño después de prender el televisor. Estoy parado frente a los dos y no se que preguntar. El silencio nada incómodo me asegura que somos ya como hermanos luego de tantas amanecidas juntos entre vinos, confesiones y risas. Ortega despierta.

Me siento en el sillón más grande y tomó el control, mientras voy cambiando de canal, los miró a ambos y me burló de Ortega y de su calamitoso estado mientras él se queja tomándose la cabeza. Nadia esboza una sonrisa también. Conversamos de la noche anterior, comento que fui el último en dormir, que ellos dos cayeron primero, que el vino no estaba tan bueno y reímos de lo poco que gastamos y de lo mal que amanecimos.

No encuentro nada distinto a las amanecidas anteriores, casi confirmo que todo ha sido un sueño. Sin embargo, por un momento pensé en preguntarle a Nadia lo mismo que a Ortega, en algún momento a solas o en alguna fiesta mientras estamos sentados juntos, sin embargo, en mi poca lucidez, inmediatamente me daba cuenta de lo ridículo que hubiera sonado.

Ella reiría mientras mi rostro se enrojecería, yo me reiría también algo nervioso, agachando la cabeza por tal estupidez. Trataría de arreglar las cosas, de insistir un poco más.

-Pero no me has respondido.
-Ay Lito, deja de preguntar huevadas, me diría sonriendo.

Mi mente regresa a la sala de noche, Nadia me está diciendo que está embarazada, no le creo. Ortega me lo confirma mientras murmuramos los tres alejándonos de la reunión. No creo que seas tan estúpida-le digo algo alcoholizado. Ella ríe despacio. No me digas eso Lito-me dice. Ortega está mareado y se queda callado sin expresión alguna. Nadia agacha la cabeza fingiendo pena pero continúa sonriendo.

Estamos regresando de la reunión con Ortega, cruzamos las dos pistas callados y aceptando nuestra derrota en silencio. Como casi siempre, soy el primero en atreverse a hablar.

-Ya fue pues. Puta que estúpida.
-Si chato - me alcanza a decir, siempre mirando al suelo.

Me despido de Ortega, entro a mi cuarto, me quito las zapatillas y miro el techo en la oscuridad, me cuesta dormir. La sensación de vacio es muy grande, quiero pensar y no puedo, las canciones sin sentido de la reunión suenan en mi cabeza. Miro la hora en mi celular, me pongo las zapatillas de nuevo y salgo de mi casa.

Quiero llegar a la casa de Nadia, sorprenderla con el sonido del timbre y verla salir por su ventana preguntándome que quiero. Estoy frente a su puerta, pero me quedo paralizado, el timbre se deforma y su casa está cada vez más lejana, agacho la cabeza e infinitas preguntas vienen a mi mente, concluyo que ninguna puedo responder. Abro los ojos y veo mis zapatillas, bostezo y sigo durmiendo.

Ortega me va contando como fue que se enteró. Creo en mi cabeza las imágenes. Finge molestia pero su tono de voz tranquilo lo delata. Me dice que Enrique estaba con Nadia en el mismo bar a donde él fue con algunos amigos de su barrio, me dice que la vio y la saludó de lejos pues no quería toparse con él. Nadia se acercó, lo tomó de un brazo y lo alejó del ruido. Le contó todo delicadamente y en voz baja, Enrique los miraba, Ortega le sacó el brazo a ella empujándola un poco, quizó acercarse a él, el efecto del alcohol ponía furiosos sus ojos, no pudo dar un paso más, la voz de Nadia, suave pero severa a la vez, lo tranquilizó haciéndolo retroceder. Enrique lo miraba tranquilo, sabiéndose ganador, Ortega se conformaba con estar unos minutos cerca a ella, Nadia no quería escándalos, es imposible descifrar, incluso en la imaginación, que siente.

Fue el jaque mate de Enrique, siempre expuesto a que pisoteen su orgullo con engaños de madrugadas, imagino que, a medida que va sabiendo más de Nadia y sus actitudes, va odiando más que la mayoría la impotencia de no saber que hace su pareja en las reuniones de amigos cercanos o en las discotecas a donde suele ir ella con amigas de su universidad, lo piensa pero no lo confirma y por ende no puede aceptarlo. No dudo que está enamorado, solo el amor genera la estupidez de soportar los engaños de fines de semana. No es mi amigo ni tengo el mínimo deseo de que lo sea, no obstante es el novio de Nadia, tengo que saludarlo cuando vamos a buscarla, irme si está con ella en la sala y reconocer que él es quien se queda en su casa cuando Ortega y yo nos vamos a la luz del día, luego de alguna madrugada corriente y a la vez mágica como cualquiera. Concluyo que siempre la tendría cerca y ahora pensándolo mejor, pienso que esa es la jugada perfecta que Ortega pudo idear, no lo sabía tan inteligente. Otro día que duermo sin saber si estoy durmiendo.

sábado, 31 de julio de 2010

Y el aburrimiento me atrapó

Tengo La Peste a mi costado y no me provoca seguir leyéndola, sin embargo creo que lo haré, tengo una vuvuzela a mi otro lado, símbolo de lo que más extraño y tal vez lo que me hace sentir tan vacío. Tengo películas buenas pero que ya ví, tengo una película nueva pero que no me provoca ver. Tengo laptop y libertad pero lo hice tan frecuente que ya me aburrí. Todo es un círculo con las mismas cosas y las mismas personas, todo lo que me rodea y me hace elegir algo que ya elegí.

Y este es un aburrimiento total que yo mismo busqué, que era mi sueño cada vez que no tenía tiempo para nada mientras andaba en la universidad, mientras andaba en secundaria y cada sábado obligadamente tenía que ir a jugar fulbito (casi siempre contra mi voluntad)

Esto era mi sueño? Supongo que sí. Asi me lo imaginaba? Supongo que sí. Me gusta? Un poco.

miércoles, 28 de julio de 2010

Carta

Te escribo estas líneas para que sepas como ando viviendo mientras te espero.

Te extraño como antes, como extraño el mundial.
Ando vacío como un verano sin sol, como un domingo sin fútbol
Solo como la hoja cayendo del árbol más alto, como un arquero celebrando mirando su arco.
Oscuro como tu llanto saliendo de una reunión, como perder por goleada con el estadio a tu favor
Obsesionado como mis caminatas diarias por tus lugares preferidos, como Bielsa estudiando a un rival pensando en el siguiente partido
Parco como tu baile mientras miras a los costados, como un equipo chico jugando al pelotazo
Cerrado como tu sonrisa simulando felicidad, como los 11 de Italia en una ronda final
Frío como tu rostro mientras disfrutas el alcohol, como el mago Zidane haciéndole el gol a Buffon
Angustiado como la noche esperando tu decisión, como el minuto final mientras vas ganando por un gol
Desesperado como mis ojos buscando tu mirada, como un arquero esperando el corner en el área contraria
Indeciso como tu respuesta a mi pregunta, como Salinas en el área frente a Pagliuca
Deprimido como el abrazo que te di mientras llorabas, como Diego recibiendo la medalla de plata
Furioso como la melodía que bailas con más ganas, como el monumental viendo el último pase de Valderrama
Aburrido como las nubes grises de la ciudad, como ver el alicaido fútbol nacional
Impotente como la caricia de tu mejor amiga, como sufrir el toque de España mientras te elimina
Anonadado como mis manos rozando tu piel, como Butt mirando la pelota moviendo la red
Derrotado como los pétalos de rosas que tiraste al mar, como la defensa paraguaya después del gol de Blanc
Triste como tus ganas de ser la dueña del planeta, como Baggio mirando el cesped del Pasadena.
En silencio como tus cortinas abiertas y mi mirada fija, como el Maracaná mirando la celebración de Ghiggia
Desconsolado como el regreso a casa luego de tu partida, como el 10 de espaldas a la copa en su despedida.

Cae la tarde

Es increíble como recuerdo mi sala, mi laptop, mi ventana y mi parque cuando caía la tarde y empezaba la noche en invierno. Eso que me parecí tan aburrido, tan soso y tan humillante, ahora es lo que más extraño. Estoy casi igual, solo que sentado en un muro con un lapicero y una hoja prestada mirando por entre la reja la tarde helada que está por ocultarse.

Se supone que la primera semana es la peor, sin embargo no ha sido así, me esperaba los ataques y la humillación que significa mi delito, sé que pasarán sólo 5 años. Los cuento tal cual contaba los días para que empiece un nuevo mundial.

Ahora "la verdadera libertad" me emociona sin hacerme llorar y es que hace mucho que no lloró, unos cuantos barrotes y una congeladora con paredes pintadas tampoco lo logrará. Làstima que todavìa no pueda arrepentirme de lo que me encerró, lo merecía.

Ya es de noche, los postes alumbran la libertad, los gritos y los llantos envueltos en risas alumbran mi lugar. Tal vez todavía no quiero enfrentar lo que hice, decirlo con sus propias palabras. Extraño todo, sobretodo lo que me encerró.

viernes, 23 de julio de 2010

Ruido

El día que arrestaron a Luis tenìa el presentimiento de que algo iba a pasar, lo veìa asustado, estaba siempre en el sillón de la sala con la laptop sobre las piernas pero a cada momento volteaba a ver la ventana, me sorprendió que no haya cerrados las cortinas.

Nunca pensé que pasaría esto, sentí terror cuando escuchaba los sonidos del timbre a las 2 de la mañana, el frío, la oscuridad, los gritos, el silencio, la capucha sobre su cabeza mientras salía de la casa, todo fue rápido pero me demorò un siglo verlo, recuerdo cada detalle, en especial su ùltima mirada antes de agachar por ùnica y ùltima vez la cabeza.

Cogí la laptop, quería esconderla pero el guardía me empujó y me gritó unas cuantas cosas que no logré entender. De Luis sólo alcance a ver su casaca negra, mientras caminaba junto a los uniformados. Nunca ví tanta gente en mi sala ni tantos vecinos fuera de ella.

Tras de la pared, asomando un poco la cabeza, veìa como lo llevaban, respire más fuerte, alcance a ver un poco su angustia, su miedo, su resignación.

Escuche las motos, el ruido, las voces de las radios de los uniformados, cerré las ventanas, apagué la laptop y el ruido llegó a su máxima expresión con los miles de timbrazos y el espejo quebrado mientras caìa contra el suelo la laptop. Me puse la capucha y alce la cabeza por última vez.

Està carta llega desde mi celda, me los imaginaba así, disculpen pero como lo dije antes, no quiero verlos más, dìficil pensar pero quiero que lo hagan en una vida sin mí, hacer de cuenta que nunca existí. Saldrè en poco tiempo gracias a ustedes, sè que merecìa mucho màs. Sé de su verguenza. La ùnica cosa que no pude dejarles, es la ùnica cosa que no extraño, la ùnica cosa que siempre me acompaño y me destruyó.

jueves, 15 de julio de 2010

El mismo día

Dormir me alivia, me aleja un poco de todo.
Soñar me agobia , me entristece pensar en una realidad a la que nunca más regresaré.
Despertar me enfurece, me hace odiar el día que viene y los pasos por dar.
Salir a la calle me deprime siempre excepto en verano, no aguanto el frío ridículo del viento congelando mi rostro.
Viajar me atemoriza, saber que llegarás a un lugar fijo me asusta, es como darte cuenta de que algún día morirás, que no hay más salidas, que todo es finito, incluso la vida.
Llegar a un sitio me angustia, sólo saber que no sabes lo que ocurrirá me aturde y me hace no pensar, solo actuar.
Trabajar me entretiene y me mantiene vivo, viviendo esa vida que nadie quizo tener pero que la mayoría acepta.
Caminar me alegra, me hace no pensar.
Llegar a casa me produce una felicidad infinita comparada sólo con despertar un sábado.
Descansar es la vida, empieza como nacer siendo feliz y termina en una vejez llena de aburrimiento.
Dejar el día me cuesta, me atormenta saber que murió un día más y nacerá otro casi idéntico al anterior, sin embargo dormir me da vida.
Dormir me alivia, me aleja un poco de todo.

Nada

Hablo con LT, me pongo triste x no aprovechar su sabiduría, por no saber que decirle, cual de todas las millones de puertas abrir para que me regale un comentario con sabor a paraíso e infierno al mismo tiempo. Quiero regalarle lo que me pida sin que me lo pida pero mi tacañería crónica no me deja. Espero algún día subir en esta escalera rutinaria que al parecer ya elegí sólo y aún con eso será mucho más díficil descubrir esa puerta.

Hablar con LHDB ya no es lo mismo, algo sucedió, esa maldita distancia que cree cortó todo. Por qué perdí eso?

Qué será todoe esto, no hay emociones, hay demasiado tiempo para perder el tiempo, decidirme a empezar con algo y terminarlo así no hayan resultados, solo falta eso.

Es una simple nada llena de sonrisas guardadas y voces calladas.

Es un todo descanso y todo no-descanso lleno de silencios y caminatas sin sentido.

Qué hago carajo, me dije. Qué hago carajo, me repetí. A que hobbie me meto, qué cosa dejo, hasta donde llego?

Qué aburrido estoy, y si hablo con LT y las sonrisas no son como antes, algo malo esta pasando, algo poco usual, algo que inicia la depresión, la depresión del hombre más feliz y aburrido del mundo.